HORARIO DE MISAS VERANO

DEL 15 DE JUNIO AL 31 DE JULIO

DE LUNES A SÁBADO (excepto Martes): a las 20 h.

DOMINGOS: A las 12 horas
A las 20 horas

DURANTE EL MES DE AGOSTO SOLAMENTE HABRÁ MISA LOS SÁBADOS A LAS 20 HORAS

DESDE EL 2 DE SEPTIEMBRE HORARIO HABITUAL:
a las 19 horas

HORARIO DE ACOGIDA

En los LOCALES PARROQUIALES

(José Andreu Alabarta 1-1ª)

Lunes de 17 A 19,30 horas

Miércoles de 19,30 A 21 horas

En los IGLESIA: De lunes a viernes (excepto martes)

De 18 a 19 horas

martes, 11 de noviembre de 2014

Lucidez


Uno de los más importantes teólogos del siglo XX, Rudolf Bultmann, afirmaba que  creer es imprescindible para poder comprendernos a nosotros mismos; en otras palabras, que es justamente el cristiano quien gracias a su fe, a esa afirmación central de que Jesús es el Cristo, desciende hasta la profundo de la persona del ser humano y puede, como diría otro gran pensador del siglo pasado, el filósofo Xavier Zubiri, "hacerse cargo de la realidad". Porque la genuina aspiración cristiana, la predicación constante e insistente de Jesús parece pretender eso por encima de todo: que seamos conscientes de quiénes somos y de lo que somos, para así poder encontrar el auténtico fundamento de nuestra vida y darnos cuenta de que Dios es tal precisamente porque se sitúa en ese fundamento y no en nuestras proyecciones mentales o en nuestras ansiedades y deseos. San Pablo lo expresó magistralmente: en Él vivimos, nos movemos y existimos. Ésa es la conciencia cristiana de la realidad y de la propia persona: nuestra vida está sumergida en el misterio de Dios.
         No hablamos, pues, los cristianos de seguridades y certezas, sino de consciencia de la realidad y de lucidez respecto a nuestra vida humana, finita y limitada. La persona de Jesús nos infunde confianza y nos da la clave del sentido de la realidad y de la vida, precisamente porque no oculta nada, porque asume el aparente sinsentido del mundo y de la persona hasta sus últimas consecuencias sin evitar ni eludir el sufrimiento ni la muerte, la incomprensión y el abandono. El escándalo de la cruz es la única actitud definitiva y coherente con el interrogante ineludible de nuestra vida; cualquier otra pretendida respuesta, sea desde la desesperación o  desde el triunfalismo, es evasiva, falsa o distorsionadora de la verdad.
         Vivir como persona es, ciertamente, hacerse cargo de la realidad, asumirla sin objeciones ni lamentos, así como sin falsas ilusiones o ingenuidades escapistas. Lo evidente para un cristiano es que aquel hombre nos sumió en el interrogante radical de nuestra existencia y nos dejó desconcertados. Y lo definitivo para nosotros es que tras concluir de modo trágico su existencia, con una radicalidad y coherencia impecables,  su vida resurge desde el misterio de la muerte sin pretensiones absolutas ni imposiciones antihumanas, pero con una vertiente de definitividad y de plenitud perfectamente coherente con su vida y anclada, como no podía ser de otra manera, no en la evidencia científica sensible y programable, sino en el estrato más profundo y enigmático de lo humano: el del amor y la esperanza, que fueron, justamente, las claves y el hilo conductor del desarrollo de su vida.
         El mensaje de Jesús, su convocatoria universal e incondicional es la lucidez, esa clarividencia imposible, reconocida y afirmada en su persona, único lugar donde se convierte en raíz vital  y en  fuente de esperanza.



La Iglesia de San Isidro del Camí Vell de Torrent fue edificada en el año 1902 "damunt d'un camp de fabes", siendo obra del importante arquitecto de entre siglos Joaquín Mª Arnau Miramón, qúien la diseñó por encargo del arzipreste de Torrente, Salvador Muñoz Alvarez, que hijo de la entonces huerta del Zafranar, después de San Isidro, regaló los terrenos y sufragó el coste de la obra. Desde ese momento actuará como ermita dependiente de la Parroquia de Patraix y en 1941 se elevará a Parroquia de San Isidro Labrador, entrando en 1954 su primer párroco el ecónomo Antonio Tomás Ribes. En 1960 amplía su denominación y pasa a llamarse Parroquia de Ntra. Sra. de los Desamparados y San Isidro Labrador.